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Posts Tagged ‘siglo XVIII’

La cena del rey

In El Mono Melódico on abril 20, 2011 at 6:05 pm

Luis XIV, el Rey Sol no cenaba de cualquier manera. Con frecuencia organizaba cenas fastuosas para sus invitados, para las que requería una música espectacular. Michel Richard de Lalande, llegó a ser un músico especializado en cenas y compuso sus Sinfonías para las Cenas del Rey, una colección de fanfarrias a la mayor gloria del muy borbón Rey Sol (letatsemuá).
Pero el Rey Sol, incluso cuando cenaba a diario no cenaba de cualquier manera. Solía comer en presencia de su corte, que esperaba de pie, mientras el soberano ingería las regias viandas, intrigando o esperando una migaja de su atención. Esta es la misma sensación que ofrecen los partidos políticos en la actualidad. Sus máximos dirigentes se han convertido en una especie de reyesoles estadosoyyoístas (dícese de los líderes que creen que la opinión de los ciudadanos importa un escroto) de cuidado, alrededor de los que gira un enorme universo de parladuladores (parlamentarios aduladores), paniministeriaguados (paniaguados de los diferentes ministerios) e informaveidiles (informadores que comunican rápidamente lo que se les ordena) que hacen palidecer algunas cortes suntuarias, como las de los borbones del XVII o del XVIII. Muchos de estos últimos viajan en bussiness y se declaran eternochollistas (creen que lo suyo es para siempre), pero se olvidan que la corte de los borbones acabó por desaparecer con la Revolución Francesa, y que rodaron muchas cabezas, en el sentido más literal de la frase. Deberían mirar al noreste, hacia Bélgica: si lo hacen se darán cuenta de que allí llevan casi un año sin gobierno y que no ha pasado nada. Incluso han sido capaces de presidir la Unión Europea (aunque esto último no es muy difícil: nosotros lo hemos hecho y no ha pasado nada). Y si miran directamente al norte, verán cómo en Islandia han decidido hacer lo contrario de lo que dicen sus cortesanos que hagan, o sea que parece que las suntuarias cortes de políticos que se pasan la vida contemplando al rey sol/presidente de su partido no son imprescindibles y, dado que hay que ahorrar, quizá sea cuestión de echar cuentas y decidir qué nos interesa más: tener políticos que babean ante su rey sol, dan la espalda a los que los eligen y viajan en bussiness o gastarnos su presupuesto en enseñanza, seguridad social o incluso en vino. Aquí tienen la música que utilizaba Luis XIV para cenar por si les sirve de ayuda para decidir (dicen que la escuchó Robespiere y se enfadó tanto que luego pasó lo que pasó).
http://www.youtube.com/watch?v=FtYu9oHLFHg

Música para los reales fuegos artificiales

In El Mono Melódico on abril 20, 2011 at 5:55 pm

A Haendel lo contrataron en Inglaterra, al final de su carrera musical, entre otras cosas, para ponerle música a las celebraciones de la realeza. Así, cuando los ingleses y los austríacos nos machacaron a los españoles y a los franceses juntos y ellos mismos sufrieron una terrible guerra causada por los problemas de la sucesión en la corona española, le encargaron un himno para celebrar el Tratado de Utrecht. Pero esto no significó el fin de las guerras, ni mucho menos y a los europeos de a pie nos quedaba todo un siglo XVIII lleno de muertos, heridos y desaparecidos en combate defendiendo los intereses de nuestros respectivos monarcas. Después de esa celebración nos metieron en otra guerra, la de sucesión austríaca y volvieron a celebrar su final, esta vez con una música mucho más conocida: la de los Reales Fuegos Artificiales, que acompañó a un regio espectáculo pirotécnico. Luego, los europeos volvimos a nuestras disputas para acabar el siglo de la forma más sangrienta posible: con las guerras napoleónicas. Todo un éxito.
Ahora nos pasa lo mismo: vivimos en una sociedad que lo celebra todo. Incluso las más tristes derrotas y las más amargas realidades. Los políticos se empeñan en “inyectarnos optimismo” y seguir a lo suyo, (que evidentemente no es lo nuestro). Las empresas, que saben que hacerse mala sangre retrae el consumo, siguen haciendo campañas de publicidad en las que un improbable consumidor sonríe cuando compra a crédito, con el dinero que nunca tendrá, un coche que no le hace falta. Algunos celebran la fastuosa capacidad tecnológica de que disponemos manifestando con asombro digital que las revueltas en el mundo islámico se deben a lo maravillosa que es Internet, no a que la gente lleve decenios malviviendo entre dictadores enriquecidos, políticos corruptos y militares asesinos. Esos mismos que viven entre fuegos artificiales deberían ser más solidarios con el estado del desánimo en que se ha convertido lo que algunos creyeron que era el estado del bienestar, y no pretender convencernos de que, a partir de ahora, todo irá bien. En vez de eso deberían tener en cuenta cosas como la Infelicidad Nacional Bruta (INB), en vez del PIB y no decirnos que es más importante producir que ser feliz. También habría que publicar mensualmente el Índice de Insatisfacción ante el Consumo (IIC) en vez del IPC, a no ser que interese más el precio de las cosas que la satisfacción del que compra; o informar en “tiempo real” (como si el tiempo pudiera ser real) del Nivel de Frustración Ciudadano (NFC) y de sus causas y no del índice del Ibex35. Quizá deberían también dejar de sacrificar a los creadores para beneficiar a las industrias culturales, o contratar maestros en vez de apoyar la industria del automóvil. Cualquier cosa, menos decirnos que todo irá bien, especialmente si les regalamos el voto en las próximas elecciones, porque a los ciudadanos nos gusta la música de Haendel, pero estamos hartos de tantos fuegos artificiales. Y a los que les guste creerse semejantes manifestaciones de optimismo exultante solo queda desearles ánimo, que todo va por el camino esperado: de éxito en éxito hasta el fracaso final.
Música para los Reales Fuegos Artificiales. Haendel:
http://www.youtube.com/watch?v=32Twgu1Y_Nk&feature=related