Cuéntame si fuiste al sur sólo por dejarte abrazar por Notos; si primero fueron los amantes o tu deseo por ellos o si es cierto que quisiste llegar al norte antes siquiera de anhelar a Bóreas; si seguiste aquel rumbo para llegar al solitario puerto o sólo quisiste embarcar porque navegabas. Me dijeron que tu cara se despintó de tanto mar antes de recalar en esta vieja y fría ensenada, donde las espumas constelaron tu mirada. Tú que sabes el origen de las cosas porque vienes del primer astillero y has estado siempre vigilante, observando cómo las aguas de todos los océanos pasaban bajo el tajamar de la vida, dime si primero es la palabra.
No me ocultes lo que sabes, concédeme el privilegio de compartir lo que has visto y dime si debo volverme a buscar la playa de los recuerdos, donde las preguntas insisten en la arena, o si debo partir y cruzar el mar ambiguo y bravo, donde el duro golpear de las olas nos hace olvidar la luz de la certeza. Tú que has sido capaz de protegerte de los golpes del viento y que te has alimentado del sol y del aire, mientras el balanceo insistía en distraerte de tu destino; dime si primero es la palabra.