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Posts Tagged ‘Música’

FANNY MENDELSSOHN

In Uncategorized on abril 13, 2012 at 3:50 pm

Fanny Mendelssohn
Trío para piano, violín y violonchelo en re mayor, Op. 1

http://www.youtube.com/watch?v=J-gNkOljfbk
Mov. 4, Finale: Allegretto moderato.

Fanny era la mayor de los cuatro hijos de los Mendelssohn y tuvo una gran afinidad con su hermano Félix con quien estuvo muy unida por la música, que ambos compartieron. Los dos, como en el caso de Nannerl y Amadeus Mozart tuvieron los mismos profesores y en los dos casos, ellas vieron cómo sus hermanos alcanzaban la fama como intérpretes y compositores mientras las dos mujeres quedaban relegadas a formar un hogar y dedicarse al cuidado del mismo. En el caso de Fanny esto no le impidió componer un buen número de obras, muchas de ellas lieder, pero solo uno: Die Schiffende (la travesía) fue publicado en vida de Fanny con su propio nombre. Las otras obras publicadas lo fueron bajo el nombre de su hermano y se comenta la anécdota de que cuando la reina de Inglaterra le comentó a Félix Mendelsssohn que entre las obras de su op. 8 , concretamente el nº 3 llamado Italia era su obra preferida, este no tuvo más remedio que sacarla de su error confesando que aquellos lieder eran de su hermana y que él se había prestado a publicarlos bajo su nombre, de acuerdo con Fanny, para que pudieran ver la luz. Die Schiffende, sin embargo, se publicó en una antología editada por Schlesinger en 1837. Esta anécdota nos da una idea de la calidad de Fany Mendelssohn como compositora, una calidad que podemos escuchar en algunas de sus obras como en el Trío para piano, violín y violonchelo en re mayor, Op. 11. Curiosamente, la actitud de Félix ante el trabajo musical de su hermana como compositora cambió con los años y cuando Fanny se casó con Wilhelm Hensel , Félix creyó que había llegado el momento de abandonar esas veleidades de la composición y dedicarse a lo que una mujer debe dedicarse, que es al cuidado del hogar y de los hijos. Afortunadamente, conservamos su música para demostrar que no solo era capaz de dedicarse a cuidar el hogar familiar.

María Dolores me quiere gobernar o Beethoven, Schiller, la novena y la libertad.

In El Mono Melódico on abril 29, 2011 at 6:26 am

Cuando Schiller escribió el poema que luego Beethoven utilizó para el final de su novena sinfonía  lo quiso llamar “Oda a la libertad”. La censura de la época no puso problema en que lo publicara, siempre que no se hablara de libertad. El pobre Schiller cambió el nombre y parte del contenido y lo llamó “Oda a la alegría” (qué remedio –jodidos pero contentos-). Muchos informadores pueden temer que dentro de poco pase algo parecido si la secretaria general del PP, a quien parece que molesta la libertad de información, consigue imponer sus criterios en este sentido.

Si Beethoven hubiera vivido en la actualidad, sin duda María Dolores de Cospedal lo habría tachado de antisistema, se habría quejado de su pelo largo y desordenado  y le habría sugerido que en vez de componer el último movimiento de su última sinfonía sobre el poema de Schiller le pusiera música al programa electoral del PP (única canción aceptable a sus oídos) y, como premio, habría reclamado de su soberano Rajoy el cargo de Duquesa del Rifirafe; por los servicios prestados.  Porque María Dolores parece ser una de esas personas mequierengobernantistas, que andan siempre diciendo lo que hay que informar, lo que hay que opinar y acusando a los que dicen lo que les parece de que eso que hacen está muy feo, es decir, se ha erigido en una lideresa liberticida y regañícola. Convendría saber  si también es vicemarianista, es decir, si ocupa el lugar de Mariano Rajoy y su presidente opina lo mismo que ella, cosa que ignoramos (como ignoramos  en qué consisten la mayor parte de sus pensamientos), porque en materia de libertades vamos apañados con gestos como el de la secretaria general del PP de acusar de parciales y sectarios a los que no bailan al son de su flauta, una flauta que, además tiene pocas notas y desafina con frecuencia. Por lo tanto, recomendamos a los líderes controlantistas con tentaciones de controlar cosas incontrolables como la libertad de expresión y los medios públicos de comunicación, que se den un atracón de novena sinfonía de Beethoven y recuerden que habla de libertad (aunque diga alegría). Aquí tienen una para hacer el ejercicio todas las mañanas antes del desayuno:

http://www.youtube.com/watch?v=_-mvutiDRvQ

Licencia Creative Commons
María Dolores me quiere gobernar por Roberto Mendès se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en laislaenlacolina.wordpress.com.

La cena del rey

In El Mono Melódico on abril 20, 2011 at 6:05 pm

Luis XIV, el Rey Sol no cenaba de cualquier manera. Con frecuencia organizaba cenas fastuosas para sus invitados, para las que requería una música espectacular. Michel Richard de Lalande, llegó a ser un músico especializado en cenas y compuso sus Sinfonías para las Cenas del Rey, una colección de fanfarrias a la mayor gloria del muy borbón Rey Sol (letatsemuá).
Pero el Rey Sol, incluso cuando cenaba a diario no cenaba de cualquier manera. Solía comer en presencia de su corte, que esperaba de pie, mientras el soberano ingería las regias viandas, intrigando o esperando una migaja de su atención. Esta es la misma sensación que ofrecen los partidos políticos en la actualidad. Sus máximos dirigentes se han convertido en una especie de reyesoles estadosoyyoístas (dícese de los líderes que creen que la opinión de los ciudadanos importa un escroto) de cuidado, alrededor de los que gira un enorme universo de parladuladores (parlamentarios aduladores), paniministeriaguados (paniaguados de los diferentes ministerios) e informaveidiles (informadores que comunican rápidamente lo que se les ordena) que hacen palidecer algunas cortes suntuarias, como las de los borbones del XVII o del XVIII. Muchos de estos últimos viajan en bussiness y se declaran eternochollistas (creen que lo suyo es para siempre), pero se olvidan que la corte de los borbones acabó por desaparecer con la Revolución Francesa, y que rodaron muchas cabezas, en el sentido más literal de la frase. Deberían mirar al noreste, hacia Bélgica: si lo hacen se darán cuenta de que allí llevan casi un año sin gobierno y que no ha pasado nada. Incluso han sido capaces de presidir la Unión Europea (aunque esto último no es muy difícil: nosotros lo hemos hecho y no ha pasado nada). Y si miran directamente al norte, verán cómo en Islandia han decidido hacer lo contrario de lo que dicen sus cortesanos que hagan, o sea que parece que las suntuarias cortes de políticos que se pasan la vida contemplando al rey sol/presidente de su partido no son imprescindibles y, dado que hay que ahorrar, quizá sea cuestión de echar cuentas y decidir qué nos interesa más: tener políticos que babean ante su rey sol, dan la espalda a los que los eligen y viajan en bussiness o gastarnos su presupuesto en enseñanza, seguridad social o incluso en vino. Aquí tienen la música que utilizaba Luis XIV para cenar por si les sirve de ayuda para decidir (dicen que la escuchó Robespiere y se enfadó tanto que luego pasó lo que pasó).
http://www.youtube.com/watch?v=FtYu9oHLFHg

Música para los reales fuegos artificiales

In El Mono Melódico on abril 20, 2011 at 5:55 pm

A Haendel lo contrataron en Inglaterra, al final de su carrera musical, entre otras cosas, para ponerle música a las celebraciones de la realeza. Así, cuando los ingleses y los austríacos nos machacaron a los españoles y a los franceses juntos y ellos mismos sufrieron una terrible guerra causada por los problemas de la sucesión en la corona española, le encargaron un himno para celebrar el Tratado de Utrecht. Pero esto no significó el fin de las guerras, ni mucho menos y a los europeos de a pie nos quedaba todo un siglo XVIII lleno de muertos, heridos y desaparecidos en combate defendiendo los intereses de nuestros respectivos monarcas. Después de esa celebración nos metieron en otra guerra, la de sucesión austríaca y volvieron a celebrar su final, esta vez con una música mucho más conocida: la de los Reales Fuegos Artificiales, que acompañó a un regio espectáculo pirotécnico. Luego, los europeos volvimos a nuestras disputas para acabar el siglo de la forma más sangrienta posible: con las guerras napoleónicas. Todo un éxito.
Ahora nos pasa lo mismo: vivimos en una sociedad que lo celebra todo. Incluso las más tristes derrotas y las más amargas realidades. Los políticos se empeñan en “inyectarnos optimismo” y seguir a lo suyo, (que evidentemente no es lo nuestro). Las empresas, que saben que hacerse mala sangre retrae el consumo, siguen haciendo campañas de publicidad en las que un improbable consumidor sonríe cuando compra a crédito, con el dinero que nunca tendrá, un coche que no le hace falta. Algunos celebran la fastuosa capacidad tecnológica de que disponemos manifestando con asombro digital que las revueltas en el mundo islámico se deben a lo maravillosa que es Internet, no a que la gente lleve decenios malviviendo entre dictadores enriquecidos, políticos corruptos y militares asesinos. Esos mismos que viven entre fuegos artificiales deberían ser más solidarios con el estado del desánimo en que se ha convertido lo que algunos creyeron que era el estado del bienestar, y no pretender convencernos de que, a partir de ahora, todo irá bien. En vez de eso deberían tener en cuenta cosas como la Infelicidad Nacional Bruta (INB), en vez del PIB y no decirnos que es más importante producir que ser feliz. También habría que publicar mensualmente el Índice de Insatisfacción ante el Consumo (IIC) en vez del IPC, a no ser que interese más el precio de las cosas que la satisfacción del que compra; o informar en “tiempo real” (como si el tiempo pudiera ser real) del Nivel de Frustración Ciudadano (NFC) y de sus causas y no del índice del Ibex35. Quizá deberían también dejar de sacrificar a los creadores para beneficiar a las industrias culturales, o contratar maestros en vez de apoyar la industria del automóvil. Cualquier cosa, menos decirnos que todo irá bien, especialmente si les regalamos el voto en las próximas elecciones, porque a los ciudadanos nos gusta la música de Haendel, pero estamos hartos de tantos fuegos artificiales. Y a los que les guste creerse semejantes manifestaciones de optimismo exultante solo queda desearles ánimo, que todo va por el camino esperado: de éxito en éxito hasta el fracaso final.
Música para los Reales Fuegos Artificiales. Haendel:
http://www.youtube.com/watch?v=32Twgu1Y_Nk&feature=related

Música, amor y vino.

In Más Vivaldi y menos paracetamol on abril 20, 2011 at 5:46 pm

Esta es una de esas lista de cosas que se enumeran para decir: ¡Con esto tengo suficiente! ¡Para vivir no necesito más! Es el equivalente del «salud, dinero y amor», mucho más prosaico, o aquello que decía Jardiel Poncela, que el mundo se sustentaba sobre tres pilares: estómago, sexo y dinero.

Bueno pues hemos decidido hacer un planteamiento anticrisis y quedarnos con las sugerencias que no incluyen cuestiones económicas (a fin de cuentas las mejores cosas de la vida no cuestan dinero) y hemos puesto esta opción de Beethoven: se trata de una de sus canciones tradicionales inglesas (por eso está en inglés y no en alemán, como muchos esperaban) y esta es la que se titula Music, love and wine, o sea, lo mejor de lo mejor y, además, barato. Strauss dijo algo parecido cuando escribió Vino mujeres y canciones, probablemente suponiendo que amor y mujeres son sinónimos, lo que es una hermosa coincidencia. Blas de Otero, en su muy recomendable último libro (póstumo), Hojas de Madrid con la galerna, que acaba de publicar Galaxia Gutenberg, recopilado por la siempre encantadora Sabina de la Cruz,  que fuera su última mujer y fiel conservadora de sus maravillosas poesías, también hace una lista de las cosas indispensables en esta vida que me permito reproducir a continuación para que todos (especialmente los que vivís en Madrid) la tengáis en cuenta en estos momentos de crisis generalizada.

Gracias doy a la vida

La Biblioteca Nacional.

El Museo del Prado.

El parque del Retiro.

¿Qué más quieres? Blas de Otero,

a ti te digo: ¿qué más quieres?

Libros,

cuadros,

frondas.

Para apaciguar el alma.

Para recrear la vida.

Para festejar los ojos.

Un pequeño volumen,

en pasta española.

Unas mujeres hilando.

Un árbol hermoso.

Eso es todo.

Y, lo otro,

lo que no podemos remediar,

que siga su curso, imperturbable,

Y sin perturbarnos

Después de un sueño.

In El Mono Melódico on abril 20, 2011 at 5:05 pm

Fauré compuso Après un Rêve (Después de un sueño) al sufrir un terrible desengaño amoroso. En el sueño de Fauré, un amante rechazado (que era él mismo) volvía a ver a su amada y ella le correspondía. Al despertarse, vuelve a la cruda realidad, se encuentra solo y su único deseo es retornar a ese mundo de los sueños – cercano al de la muerte – donde ha visto realizados sus deseos y del que nunca hubiera querido salir.
Últimamente, muchos tenemos una sensación semejante…como de resaca, parecida a la de estar despertando de un profundo sueño. Es como si no fuéramos capaces de comprender lo que ocurre a nuestro alrededor. El aturdimiento es tal que debemos advertir a los que se sientan recién despertados, como nosotros, contra aquellos que pretenden robarnos la cartera aprovechando nuestro estupor. No les quepa duda alguna de que los más espabilados, siguiendo las consignas del Gran Espabilado, premio Nobel de Economía, y Gran Maestre de los Especialistas, el ya fallecido Milton Friedman, aprovecharán la coyuntura para colocarnos dobladas las reformas económicas y sociales que menos nos interesan y más nos perjudican. Entre los más espabilados parece que va a destacar Mariano Rajoy, porque dicen los confidenciales que dice Rajoy que “Si en los seis primeros meses [de presidente del gobierno] no me montan tres huelgas generales no lo estaré haciendo bien”.
Pero lo que los espabilados no están contemplando es que los ciudadanos parecen estar derivando a marchas forzadas del nihilismo abstencionista al andayquetefollentismo indignadista, paso previo al imprevisible estado de yameteneishartismo genital de tercer grado, que en la mayoría de los casos viene ocasionado por una rotura de las cuentas corrientes acarreada por una carteritis crónica o síndrome de la cartera suelta, que consiste en tener que echar mano continuamente de la susodicha cartera con la consiguiente pérdida de euros ante las sucesivas medidas económicas y laborales puestas en práctica por una legión de ortomedidacultores (cultivadores de medidas económicas perjudiciales que nos introducen sistemáticamente por el orto o recto) disfrazados de expertos economistas.
Con tal anuncio, tontos seremos los perjudicados si no nos aprestamos no ya a organizar tres huelgas generales, sino al menos una docena en los seis primeros meses del próximo gobierno. Así que, escuchemos por última vez este Après un Rêve de Fauré y despertemos de una vez, antes de que las susodichas ortomedidas sean algo tan doloroso como inevitable.

http://www.youtube.com/watch?v=8iOlPgrXlTo&feature=related

SMETANA, Trío para piano en sol menor

In Más Vivaldi y menos paracetamol on marzo 2, 2010 at 7:48 pm

TRIO PARA PIANO EN SOL MENOR OP.15 (1855 Rev. 1857)

Bedrich Smetana.

http://www.youtube.com/watch?v=Ha9JiHLFC-I

Susanna Yoko Henkel (violin), Monika Leskovar (cello) and Milana Chernyavska (piano) interpretan el tercer movimiento del Trío para piano en sol menor en el Festival Internacional de Música de Cámara Zagreb de 2007.

Todo el Trío para piano en sol menor es excepcional, pero me atrae especialmente este tercer y último movimiento; un presto que contiene algunos de los momentos más tristes que se han escrito para la música. Alterna agitación y desasosiego con un sentido del ritmo y la melodía excepcionales y se ha convertido en una de las piezas más reconocidas de Smetana. La historia de este trío es la del dolor y la tristeza ante una pérdida irreparable: Smetana lo escribió después de morir su hija mayor, Bedriska, cuando tenía cuatro años. No fue la única muerte que conmocionó a Smetana: en dos años su mundo personal se desmoronó; primero falleció en 1854 su segunda hija, Gabriela, luego en 1855, Bedriska, la mayor; posteriormente, en el mismo año, nació otra hija, Katerina, que falleció a los pocos meses y, también en ese mismo año, le diagnosticaron tuberculosis a sus esposa, Katerina, enfermedad de la que falleció un tiempo después. La muerte rodeaba a Smetana y, en medio de este caos personal, compuso el Trío para piano en sol menor. Lo hizo en 1855 y lo revisó en 1857 y es una de sus obras más conocidas.

Es un ejemplo de cómo la actividad creadora sublima y convierte el dolor en algo diferente. Expresar lo que sentimos, convertir nuestros sentimientos en algo reconocible, tangible, hermoso, es un gran alivio para el que lo consigue y el esfuerzo merece la pena. Más allá de la idea romántica del artista como intermediario transmisor entre el mundo de los dioses y el de los hombres, la sensación de poder hacer algo que alivie nuestro dolor es un alivio en sí misma. Creo, además que puede servir no solo de ejemplo para los que sienten la impotencia del dolor producido por una muerte, sino como alivio al escucharlo. Cuando sabemos que otros han sufrido lo mismo que nosotros, como es el caso de Smetana, nuestro dolor parece fundirse con el suyo y diluirse en la comprensión de que no estamos solos, que hay alguien más como nosotros y que los demás pueden tener los mismos sentimientos. Esto hace que nos sintamos acompañados, incluso a través del tiempo, porque la música tiene esa capacidad innegable de promover sentimientos que, en el caso de este trío para piano en sol menor, sugerirán a cada cual emociones diferentes, quizá alejadas a las que quiso expresar el autor pero, en todo caso, estoy seguro que, una vez conocidas las circunstancias de su composición, nos harán sentirnos más cerca de la persona que compuso, en tan dramática ocasión, una obra como esta y percibir la proximidad del compositor, no ya como autor, sino como persona, y esto es algo que nos puede confortar y ayudar, puesto que la comprensión de los sentimientos de otros, en lo que tiene de solidaridad nos hace más humanos y nos concede una mayor libertad, la que el conocimiento de las emociones de otros otorga a nuestro comportamiento.

La vida de Smetana, desde el punto de vista humano, es impresionante: el sufrimiento está ligado a ella de una forma que parece cruel, pero casi siempre consigue burlar la desesperación y seguir trabajando. La desgracia se ceba con el compositor, que conoce períodos tranquilos, pero que ve su vida atrozmente desgarrada en la madurez. Como a Beethoven, le ataca la sordera y debe dejar algunas de sus tareas profesionales, sin embargo, también como Beethoven, continúa componiendo y es en esta oscura época de sordera cuando compone algunas de sus mejores obras, como son Ma Vlast (Mi patria) y los dos impresionantes cuartetos de mi cuerda que tituló De mi vida, con la clara intención de mostrar en ellos las sensaciones que le producía la contemplación de su existencia. Finalmente, en 1882, una terrible crisis nerviosa se apoderó de él, enloqueció y fue internado en un manicomio, donde murió.