En la obra de Smetana, una joven casadera cree que su novio la ha vendido por dinero. Su reacción es fulminante: como es lógico la pobre se aleja del traidor
Sentirse traicionado es algo muy doloroso. Parece que muchos españoles se sienten así, dominados por la traiciocracia, un sistema político que permite que los que gobiernan puedan traicionar la confianza que depositan en ellos los que les votan. La clase política alega nopueditis aguda, o imposibilidad de hacer otra cosa diferente a la que se hace, pero muchos creen que se trata más bien de nomeconvienitis crónica. En todo caso, la novia ha sido vendida y la reacción está siendo fulminante. El antiguo noviazgo entre dirigentes y dirigidos se ha roto y cada uno es muy libre de escoger la pareja que más le guste o le convenga, es decir, estamos en un período de nolesvotiteo incipiente que se agrava por momentos. No faltan aprendices de casamenteros que quieren proponer noviazgos atrevidos, pero la novia está harta de ser vendida por todos, no está dispuesta a dejarse vender de nuevo y ha entrado en un estado de másquehartazgo reclamativo.
¿Aparecerá el novio ideal que disipe todas las dudas y gane la confianza de la pobre muchacha o seguirá soltera por un largo tiempo? Los pretendientes tendrán que pasar arduas pruebas, porque la que fue una vez engañada no parece dispuesta a otorgar sus favores a cualquiera ni de cualquier manera. Ahora, la joven novia, vendida por sus seres queridos, está indignada y rechaza cualquier proposición. La única manera de ganar su confianza será con los hechos y no con las palabras y eso requiere tiempo y dedicación; pero quizá tenga que ser ya con otros novios diferentes a los que no se han mostrado dignos de la confianza ahora perdida. Para que los posibles novios reflexionen sobre esto, lo mejor es escuchar La novia vendida de Smetana, que es una obra que se basa en las danzas y canciones populares. Un poco de reflexión no les vendría mal a ver si aprenden a basarse en lo popular.